¿Por qué nos dará tanto miedo un
cambio de look de vez en cuando? En lo que a mí respecta, desde hace mucho
tiempo, le tengo casi pánico. Estoy acostumbrada a mi pelo castaño largo y a
dejarlo crecer hasta que mis puntas abiertas me reclaman su atención con
urgencia. Nunca me corto más de lo que dictan mis puntas. Y siempre en casa. Es
decir, saneo, saneo y más saneo casero.
Mi meta es conseguir que me
llegue lo más sano que pueda, hasta la cintura. Y no es que no lo haya
conseguido antes, pero no con el resultado que quería. Siempre me ha resultado
un poco aburrido el color de mi pelo. No me malinterpretes, me encanta, pero
con tanta novedad por Instagram, youtube, blogs etc., a una le cuesta muchísimo
resistirse.
Así que aquí me tienes, con mis
nuevas balayage y estas magníficas ondas, que me muero por recrear en casa (si
eres un@ expert@ de ellas, por favor necesito que me cuentes el secreto!). El Centro de belleza 1900 (Cádiz) me asombró muchísimo y su técnica y buenos productos más
aún. Y no es que lo esté promocionando por alguna colaboración, no. Es que lo
que está bien hecho, hay que reconocerlo y aún más, compartirlo. Para qué
guardarnos los secretos si los podemos disfrutar todas.
Las balayages que me hicieron
fueron espectaculares. Ningún corte entre el color de mi pelo y el nuevo,
consiguiendo un degradado ideal. El producto que utilizaron se llama “Clear” y
se utiliza en cabellos que no hayan sido teñidos o decolorados previamente. Es
lo menos dañino que a día de hoy se puede utilizar y era lo que iba buscando.
Además, me lo compaginaron con un tratamiento de hidratación que me ha venido
de perlas. Mi temor era que mi cabello se quedara muy poroso por la utilización
de productos químicos, así que este conjunto me ha venido genial.
¡Ni una punta
abierta y mi pelo más sedoso que nunca! Estoy encantadísima con el
resultado y puede que me lo vuelva a hacer, porque así da verdadero gusto.
En cuanto a las ondas tan
instagrameables, estoy deseando conseguir un cono para empezar a probar, aunque
me han dicho que corren peligro mis manos. Pero merece la pena intentarlo.
¿Cuáles son tus consejos?
Besitos, Cristina Gev.
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